“Peores son los odios ocultos que los descubiertos”-Séneca
Hace una semana (el martes 8 de noviembre de 2016) prácticamente todos en el planeta estábamos pendientes de un solo hecho: los resultados de las elecciones a la presidencia en los Estados Unidos de América. El país más poderoso del mundo salía a las urnas para elegir a la persona que ocuparía la Casa Blanca y que reemplazaría a Barack Obama a partir del 20 de enero de 2017.
Una mujer ocupaba la candidatura a la presidencia por el partido demócrata a un país como Estados Unidos, hecho que sorprendía y conmocionaba a muchos (tanto los que apoyaban dicha propuesta, y los que la criticaban). Junto a la ex secretaria Hillary Clinton, aparecía como candidato del partido republicano, un multimillonario poco simpático y sin prácticamente ninguna experiencia en política, llamado Donald Trump.
A medida que terminaba el miércoles, todos íbamos notando lo cerradas que estaban las votaciones, y poco a poco fuimos dándonos cuenta de la cruel realidad que aguardaba el resultado final. Muchos ni siquiera creíamos en que existiera la posibilidad de que ganara un hombre como Trump, por su amplio historial de críticas, comentarios y acciones de discriminación, sin embargo nos equivocamos. Escuchábamos comentarios como: “Obviamente no va a ganar, si es una persona que critica, odia, y discrimina a muchos grupos de personas. ¿Quién va a votar por un ser humano así? No hay de que preocuparse”. Oh, grave error.
Como ya todos sabemos, alrededor de las 2 de la mañana del Miércoles 9, se anunciaba oficialmente que el nuevo presidente de Estados Unidos sería Donald Trump. Muchos despertamos con la noticia y nos conmocionábamos junto a ella, por saber que un candidato con un discurso xenófobo había ganado.
Muchos incluso, no lográbamos digerir la noticia y deseábamos creer con todas nuestras fuerzas que solamente se trataba de un sueño. ¿Cómo un hombre que solamente hablaba de cuánto odiaba y discriminaba a la gran mayoría de seres humanos que viven en el país que va a gobernar, podía haber triunfado?
Creo que simplemente las personas no tomaron en serio a Donald Trump, desde que anunció que se lanzaría como pre candidato, su candidatura oficial, sus discursos, sus comentarios. Muchos no le creían que lo haría o que lo lograría, y bueno, aquí está el resultado: Tan verdadero fue todo, que hoy es el próximo presidente de los Estados Unidos.
La realidad es que a pesar de sus creencias misóginas, xenófobas y racistas en general, Trump ganó, y lo hizo de la mano del apoyo masivo de millones de estadounidenses que piensan igual que él. Un gran número de ciudadanos, quizás con hartazgo y descontentos con las élites sociales y políticas votaron por él, pero sin duda también movidos por su identificación con las ideas de este hombre.
Muchos dicen que “exageramos”, y que en realidad Trump no tenía las intenciones que decía, que solamente eran argumentos para ganar la elección. No lo creo, pero lo que sí sé es que votaron por él una ola de personas (blancos, afroamericanos, latinos, jóvenes, adultos mayores, veteranos etc.) que no sólo creen en lo que dice y piensa, si no, que están dispuestos a demostrar que está en lo correcto.
Podría hablar de un montón de cosas respecto a esto, creo que todos hemos visto en los noticieros, periódicos y redes sociales como este hecho ha literalmente conmocionado y sorprendido a muchos. Desde el día de la elección, no hemos parado de ver datos, estadísticas, opiniones, análisis, críticas, comentarios, marchas e incluso bromas por todos lados, todos tienen una opinión y sin duda la expresan.
Pero la realidad es que hoy no vengo a hablar de política, finanzas, economía, políticas comerciales o monetarias, consecuencias internacionales sociales, la caída de las bolsas de valores alrededor de mundo, la posible deportación de miles de inmigrantes, o la cancelación de tratados comerciales internacionales.
No niego que como ciudadana y como internacionalista sobre todo, no puedo dejar de preguntarme muchísimas cosas, y de preocuparme severamente por lo que se avecina para el mundo y para mi país. México y Estados Unidos comparten la frontera más transitada del mundo y que por muchos años ha sido tema de conversación por cuestiones migratorias. Pero que también comparten movimientos comerciales que vuelven a los norteamericanos el segundo socio comercial más importante de México, con todas sus consecuencias internacionales y nacionales.
Me gusta debatir y leer opiniones, analizar estadísticas comerciales y financieras para saber qué le espera al país más poderoso del mundo con un presidente como Trump, y obviamente qué le espera a mi país y a mi gente. Sin embargo, este post no trata de ningún tema relacionado a eso, tampoco vengo a hablar de las políticas y propuestas de cada candidato, o si uno era mejor que el otro.
Hoy vengo a hablar del por qué puedo comprender que haya ganado Donald Trump. Y me podrías decir, ¿Ale, eso qué tiene que ver con los viajes? Con el viaje como tal no mucho, pero para mí es sumamente importante lo que va relacionado antes y después, y sobre todo lo que podemos reflexionar (no solamente acerca de los viajes), si no de la vida misma.
Siempre he sido partidaria de la reflexión y de preguntarnos las cosas en la vida, porque eso nos lleva a no vivir solamente porque sí, sino a hacerlo preguntándonos el porqué de las cosas, de lo que nos rodea. Mientras más conoces, más comprendes, y por esa razón el día de hoy decido escribir para poder reflexionar más allá de los hechos o análisis financieros, hoy quiero buscar una reflexión más interna y humana del fenómeno llamado Donald Trump.
“Make Great America Again” era el lema de la campaña del multimillonario, y lo acompañaba con discursos que solamente mostraban su odio y discriminación hacia muchos grupos sociales, incluidos los discapacitados, afroamericanos, mujeres, niños, inmigrantes y homosexuales.
Creo que de algo que todos nos podíamos dar cuenta, era precisamente del sentimiento de superioridad y nacionalismo que quería mostrar Trump, y de cómo enaltecer éste a través de una ola de comentarios y acciones xenófobas. Un hombre arrogante, nefasto y prepotente que tenía clara su imposición hacia subordinados y personas de diferentes razas, y que ciertamente lo hacía notar con cada hecho y palabra.
Seamos honestos y claros, Trump no habla de nada nuevo, él no vino a inventar el término de la discriminación o el odio hacia los seres humanos. Los hechos son los de siempre, el odio siempre ha existido en la humanidad, basta recordar como un hombre alemán hace más de 75 años buscaba la hegemonía de su país, con la idea de un régimen totalitario que acabó con la vida de millones de personas.
Así que, Trump y toda la sarta de ideas y estupideces que emanan de su boca, ¿son verdaderamente el problema?, ¿o acaso lo es el que millones de personas piensen y actúen de la misma manera en pleno año 2016? Donald Trump logró lo que quizás muchos llamábamos “inesperado”, y eso simplemente es darnos cuenta de la realidad en la que vivimos, una realidad plagada de odio y de pérdida de fe en la humanidad.
Todos confiábamos en que los ciudadanos y votantes de Estados Unidos no salieran a votar por una persona que estaba reavivando algunas de las tradiciones más oscuras, y sobre todo alentando a que actuaran a través del odio y discriminación. ¿Cómo era posible que después de todo lo que ha vivido este mundo, alguien pudiera seguir cometiendo el mismo error de creerse superior a otro ser humano?
Pues todos nos equivocamos, Trump ganó y ese día también ganó mi tristeza y decepción al darme cuenta de lo que acababa de suceder. Gracias a todo su séquito de admiradores, y gracias a sus ideologías de insultos y descalificación, hoy Estados Unidos tiene a un presidente “orgulloso” de proclamar ese odio, gritándolo a todo el mundo.
No importó en absoluto su egolatría, sus mentiras, sus robos, sus farsas, sus ofensas o declaraciones machistas, la realidad es que Trump triunfó gracias al voto de millones de ciudadanos que hoy lo ven como su salvación, como ese cambio que tanto desean, como esa persona que verdaderamente va a volver grandiosa a América de nuevo, ¿pero a costa de qué, o más bien de quién?
Con todo esto, solamente podemos darnos cuenta de la realidad, de un país que tiene más tendencias racistas y odio del que creíamos imaginar, y eso es algo que duele como humanidad, y mucho. Duele darse cuenta de vivimos en un mundo que aparentemente no ha avanzado a pesar del paso del tiempo, porque se mantiene tan estático de pensamiento, que parece que en todos estos años no hemos aprendido nada del amor y del respeto.
El mundo y las redes sociales estaban plagadas de comentarios como: Maldito racista, no puedo creer que haya ganado alguien que odia a las mujeres y homosexuales, que discrimina a diestra y siniestra, ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI tanta gente piense igual que un xenófobo y que insulte a los demás?
Todos esos comentarios me hicieron reflexionar tantas cosas, que sacudieron dentro de mi una verdad que muchos no queremos ver: La discriminación está presente hoy, en tu casa, en tu trabajo, en tu universidad, en las empresas, en tu círculo de amigos, y muchas veces hasta en nosotros mismos.
No es necesario que veas el ejemplo de lo que acaba de pasar en Estados Unidos, no vayamos muy lejos, ese odio, esa discriminación y esos insultos los puedes ver prácticamente en cualquier lugar, y hasta quizás tú formes parte de ellos sin darte (o querer darte) cuenta.
Criticamos todas las palabras y acciones de Trump y de sus seguidores, ¿pero cuántas veces nosotros mismos actuamos de manera similar y ni siquiera nos atrevemos a verlo o a aceptarlo por creer que eso no es discriminación?, ¿cuántas veces creemos que todos los demás son los que están mal, cuando el cambio no comienza con nosotros mismos?
¿No me crees? Acá te doy unos ejemplos de cosas que suceden diariamente en tu cuadra, en tu casa, en las calles de tu ciudad, en tu escuela o en tu oficina:
°Discriminas cuando no dejas que tus hijos se lleven con personas de otras clases sociales, porque no está “bien visto por la sociedad”.
°Discriminas cuando haces menos a las personas que te rodean, porque piensan diferente a ti, porque no tienen tú mismo nivel socioeconómico, o porque tienen diferentes ideologías y preferencias.
°Te comportas como un completo idiota cuando te estacionas en un lugar exclusivo para discapacitados. Sí, aunque solamente sea “un momentito”. Eso solamente habla de tu poca educación y respeto hacia los demás.
°Discriminas cuando en la calle ves a dos personas del mismo sexo besándose y solamente expresas cuánto asco te da su conducta.
°Discriminas cuando le haces bullying a tus compañeros en la escuela o en cualquier otro lugar. Sí, aunque pienses que “solamente es de broma”.
°Discriminas cuando expresas comentarios de odio e insultos a personas que ni siquiera conoces, solamente porque según tu criterio, algo hicieron mal.
°Discriminas cuando sales a marchar en contra de los derechos de los seres humanos.
°Discriminas cuando ves a alguien diferente, y solamente expresas comentarios como: “Pinche gordo”, “Ese negro que va caminando ahí” o “Pinche naco”.
°Discriminas cuando prohíbes a las mujeres alguna actividad, porque supuestamente solamente puede realizarla un hombre, y viceversa. Y solamente expresas comentarios como: “Quítate, que eres una tonta y tú no sabes”.
°Discriminas cuando en alguna reunión con tus amigos o empleados solamente te la vives criticando a los demás.
°Discriminas cuando amenazas a los demás bajo tu supuesta “superioridad” de clase social o económica.
°Discriminas al tener “estereotipos” de todas las personas y de cómo se deben comportar según tú. Si alguna sale de ese estereotipo, es una mala persona inmediatamente.
°Discriminas cuando crees que si te juntas con alguien que tenga SIDA, se te va a pegar por arte de magia, y decides evitar a esa persona.
°Discriminas al no permitir o querer que las personas amen a quien deseen.
°Discriminas cuando te topas con algunas personas que tiene alguna discapacidad y los ves con ojos de lástima, diciendo cosas como: “Pobrecito”, o “Esa persona nunca va poder lograr nada por su condición”.
°Discriminas cuando te haces el dormido en el camión para no cederle tu asiento a la señora embarazada que va a tu lado.
°Discriminas cuando “odias” a quien logró cosas que tú no has podido, y que tiene más éxito que tú.
°Discriminas al negarle oportunidades a los demás, por creer sin ninguna razón que no son aptos.
°Discriminas por ver a alguna persona en la calle y pensar que te va a hacer algo malo, solamente por su aspecto físico.
°Discriminas cuando violentas y agredes a alguien.
°Insultas a tus raíces cuando solamente te la pasas hablando mal de tu propio país.
Mi punto aquí al hablar de todas estas cosas, es lograr abrirnos los ojos los unos a los otros, y darnos cuenta que la discriminación es algo que vivimos día a día, y es mucho más común de lo que pensamos. Son esas pequeñas acciones, que quizás pienses que no son relevantes, las que hacen la diferencia entre opinar, o discriminar, ofender e insultar a alguien.
Desgraciadamente, seguimos viviendo en un mundo de odio, en un mundo plagado de ese sentimiento de discriminación y xenofobia. Y ese sentimiento es algo que está latente en diferentes aspectos de nuestras vidas, solamente que a veces no queremos darnos cuenta de cuánto daño genera a veces una simple palabra que sale de nuestras bocas.
El silencio también es una respuesta, y muchas veces solamente se vuelve una señal de aprobación. Cuando guardas silencio, ante situaciones que requieren de tu valentía, es como si de alguna manera estuvieras aprobando lo que estás viendo. Así que, habla, expresa tu sentir, apoya a las personas a las que veas que de alguna manera son discriminadas o violentadas, deja de pensar cosas como “Ya alguien lo reportará, ¿para qué me molesto?”. La diferencia está en ti y en tu actuar.
Creo firmemente en la humanidad, y en la fe que tenemos que tener en ella. Creo que las cosas pueden cambiar, pero solamente eso sucederá si nosotros lo hacemos primero, si en verdad respetamos y amamos a los demás el mundo será sin duda, uno en el que queramos vivir muchos años.
La falta de conocimiento y criterio de las personas son muchas veces la causa de su discriminación hacia los demás, verdaderamente no conocen lo que están diciendo o haciendo, o no lo razonan, y eso es algo que nos jode tremendamente como sociedad. Si no sabemos con certeza las circunstancias de algo o de alguien, ¿por qué criticar e insultar algo que no conocemos? Muchas veces por simple incongruencia o estupidez, sin embargo, quiero confiar en que se puede cambiar, y que la paz en este mundo es algo que vamos construyendo poco a poco.
Muchas especies animales y vegetales están en peligro de extinción en nuestro planeta, bueno pues yo pienso que algo tan cotidiano como debería ser el respeto, está en peligro de extinción, pero solo si lo dejamos. Nosotros, individualmente somos los que tenemos que poner la pauta para cambiar las cosas, para poder verdaderamente respetar a nuestros semejantes.
Criticamos todo lo que hace y dice el señor Donald Trump, nos sentimos violentados por sus ideas y nos deja con una sociedad que vive con miedo de lo que pueda suceder, pero la realidad es que nosotros somos a veces los que deberíamos tener miedo de nosotros mismos, los que deberíamos criticar nuestro propio actuar.
La violencia no es la solución, y sin duda, tampoco lo es el seguir su línea de discriminación, odio e insultos, simplemente tengamos coherencia entre lo que hacemos y decimos. El respeto se expresa de diferentes formas, y algunas son tan sencillas como dejar de criticar a los demás, y ponernos a trabajar en nosotros mismos y en nuestras metas.
Dejemos de creernos superiores a nadie, empecemos a sabernos personas que buscan el bien de los demás. Comencemos con actos sencillos, como lo es simplemente respetándonos, respetando los derechos de cada persona y sus cualidades, apoyando a la persona que está al lado tuyo, siendo buenos ciudadanos y trabajando duro.
Unifiquémonos como sociedad para abrir los ojos, para apoyarnos entre nosotros mismos, para respetar la diversidad. Como país, apoyémonos los unos a los otros, porque Trump puede venir a criticar a mi país y a mi gente, pero no dejemos que seamos nosotros mismos quienes hablan mal de nuestro país y acabemos por lastimar a nuestro propio hogar.
No dejemos que nadie hable mal de nosotros, ni de nuestro país, pero empecemos también por nosotros mismos, al dejar de criticar e insultar a los demás. Comencemos a ver lo bueno de la gente y del lugar en el que vivimos, y sobre todo destacar nuestras fortalezas como seres humanos y habitantes de este mundo. Busquemos diariamente la paz que este planeta tanto necesita.
Salgamos a construir el futuro que queremos para nosotros y para nuestras familias, dejemos de quejarnos y pongámonos a trabajar. Pero carajo, despertemos de ese “coma”, de esa enfermedad de hacer menos a las personas y de sentirnos menos solamente porque alguien lo dice; si nosotros mismos no luchamos por lo que nos merecemos, nadie lo va a venir a hacer por nosotros.
Si Donald Trump logra despertar en todos nosotros como sociedad, ese sentimiento de lucha, de unión y de querer cambiar este mundo para bien, pues que mejor. Hagámoslo entonces, no dejemos que ni este señor, ni nadie logre desatar ese oído y xenofobia. Luchemos en contra de darle la razón a ese loco que solamente ataca a nuestra gente, empecemos con nosotros mismos, con esas acciones pequeñas para salvar a este planeta.
Y tú, ¿en qué clase de mundo quieres vivir? ¿En uno que despida odio y rencor por otros seres humanos o en uno en el que todos podamos ser lo que somos sin ningún temor?
Que tus acciones sean coherentes con la respuesta que me acabas de dar.